Champurrado
Creciendo en Texas, pasé por muchos días de nieve, caminando a casa desde la escuela primaria a través de aguanieve, heladas y banquetas congeladas. Carámbanos derretidos goteaban en sinfonía de los árboles de moras que se alineaban en mi calle. Chimeneas impregnaba el aire con olores a mezquite quemado. Llegar a casa con el cálido olor del champurrado era como si una manta acogedora, suavecita de vellón me abrazara con calor y comodidad.
Los largos paseos y frías caminatas a mi casa valieron la pena por que viví esos momentos, cuando mi madre me daba la taza de barro humeante y llena de cremoso champurrado. La rica bebida de masa y chocolate caliente me calentaba mis manos y la sonrisa de mi madre realmente me alegraba el corazón.
El champurrado siempre ha estado presente. Empezando con las fiestas navideñas y celebrando las posadas, acompañando los tamales, y desayunos de huevos rancheros, e incluso durante los días de escuela primaria en tazas de barro y aguantando el invierno de Texas.
El champurrado habitualmente se disfruta en el invierno durante la temporada de celebraciones navideñas. He hecho algunas variaciones de la misma mediante la adición de anís o vainilla. Realmente depende de la preferencia de la persona que versión es la mejor.
Esta receta es mi manera favorita de disfrutar de una buena taza de espumoso champurrado. Crea tu propia mediante la experimentación con especies de invierno y extractos.
Champurrado
Rinde 4 personas
4 tazas de leche
1 taza de agua
¼ de taza de Maseca
(harina de maiz)
1 tableta de chocolate mexicano
2 conos de piloncillo medianos
1 cucharadita de canela en polvo
1 estrellita de anis
En una olla grande a fuego mediano, bate y mezcla la Maseca con agua hasta que espese. Alrededor de 6 minutos. Agrega la tableta de chocolate, piloncillo, anis y canela y continúa batiendo hasta que el chocolate y el piloncillo se derritan completamente. Añade la leche poco a poco, sin dejar de batir hasta que todos los ingredientes estén bien mezclados. Sirve caliente.